viernes, 11 de abril de 2014

UNIVERSIDAD SIN CONDICIÓN

Recientemente Javier Francé compartió con nosotros un artículo publicado en El País: La cultura enclaustrada, firmado por Rafael Argullol. Sus resonancias y actualidad han venido a cuenta para la re-edición del seminario que en su origen reproduce en sus contenidos y autores de uno ya planteado por la UIA, allá por el 2008, si no me equivoco.

¿Qué les parece si lo ponemos en circulación con la singularidad que por supuesto nos invita?

Lanzo la propuesta desde este Blog para que las iniciativas circulen...

Dossier latente en re-edición

En el 2009, la crítica de la Universidad que logré compartir con algunos y algunas que se interesaron en el futuro de ésta, se orientó a pensar las que operaban en el sector privado y en sus intereses por crear matrículas que les permitiera una sobrevivencia relativamente estable. Incluso llegamos a analizar un caso que supone a la educación superior como una mercancía que se puede cotizar en la bolsa de valores. 

Luego de este ejercicio, los rumbos tuvieron un corrimiento hacia la Universidad Pública, a su actualidad y los objetos que se estaban (y están) priorizando para sostenerse, ya no en el sentido de preocuparse por matrícula -pues esta la tiene resuelta casi en todos sus campos- sino en sus objetos relacionados con el saber. Y en este sentido, fui convocado a integrarme en el proyecto educativo de reciente creación: la Universidad Intercultural. Derivado de ello, incluso, inicié un ejercicio para pensar en la posibilidad de este proyecto y la sostenibilidad del mismo en las condiciones de su invención y su instalación regional en México. Sobre este ya hay mucho que decir, sin embargo, espero desplegar poco a poco las reflexiones que durante estos cuatro años se han desatado de la vivencia en contextos de la supuesta interculturalidad como soporte educativo.

Creo que pensar la Universidad Pública, en el momento actual, debe ser una exigencia. Sobre todo cuando las políticas públicas educativas se orientan a direccionar los propósitos, objetivos y estrategias de la educación básica sin la intervención -al menos explícita- de quienes en pocos años tendrán en sus aulas, laboratorios, talleres y más, a los nuevos intelectuales del país. 

Es en este marco que pretendo la re-edición de un ejercicio ya emprendido y que tiene que actualizar las miradas que sostengan su permanencia como posibilidad en el campo de las Humanidades y las Ciencias Sociales. Sean bien venidos junto con sus reflexiones y resonancias.